Monday, April 18, 2016

Homeostásis.

Necesitaba mucho esta ventana.

Ahora mismo no tengo computadora, y realmente no la necesito. Algo le pasó a la de R., y en vista que mis tardes y noches se llenaron de actividades saludables, he dejado en mucho aquello de jugar hasta enbrutecer y dormir. Pesas incluso menos que cuando estabas en la Universidad y hacías un esfuerzo por lucir acorde con Lucía. Por alguna rarísima razón, Lucía ya no salió a flote en ninguna conversación a pesar de reconocerla aún presente en ciertos recuerdos.

(A veces piensas en Lucía y esperas que todo aquello le haya resultado.)

(Me gusta cómo dejó limpio R. el escritorio blanco; me gusta cómo se ve enorme la pantalla y lo ¿elegantes? que se ven los cables saliendo hacia todos lados. Quizás en breve haya de pensar en muebles y espero tener el buen gusto de conseguirlos sencillos y monocromos.)

Originalmente esta entrada habría de ir respecto a ennumerar las cosas que te gustan de todo lo que ha resultado con A; desde el transfondo personal que le anuncia, hasta el porte para salir de la ducha ataviada en toallas con más clase que la mujer promedio ya vestida. A estas alturas vaya que le has hecho saber a A. que son muchísimas las cosas que aprecias de su estar, pero alrededor de estos días también hubo la incertidumbre de no estar comunicando todas las cosas de manera concisa; o bien, estar siendo reiterativo en las descripciones que terminares sonando hueco o pronto irrelevante.

El bottomline es que no solo estás mejor, sino que en algún momento que no te diste cuenta (finales de Marzo, te ayudo) pasaste a la etiqueta de "bien" con períodos soleados por la tarde y asomos de "feliz" con harta regularidad. Sí, en gran medida tiene que ver con A., pero también podrías ya darte una palmada en la espalda por abordar varios temas con madurez y visión a medianolargoplazo. No estarás quizás construyendo una plataforma que sustente el deseo de una familia y una casa con cochera para dos carros, pero por momentos se materializa visualmente lo que quiero hacer los años que decida al final quedarme: querías que la vida luzca como un saludable balance entre laborar en cosas que medianamente-te-agraden, para que resulte la posibilidad de vivir días al lado de alguien que completamente-te-agrade.

(Hoy estuviste tan feliz que dos veces te reíste solo; contigo mismo. Una por la presión del agua en el hotel y la manera fúrica en que parecía que el hotel quería darte el agua, y la otra razón ya la olvidaste. No pudiste hacía cuántos años -¿más de diez?- que no te reías solo.)

(Hoy quisiste llevar a A. a que viera la pista de hielo aquella en donde patinabas. Desapareció y en su lugar pusieron puestecitos horribles. Una tristeza hondísima que apenas contuviste buscándole la gracia al tema.)

(Viste a G. y de primeras ni siquiera mereció decir un número, en un día que hasta las mujeres que llevaban franjas horizontales podían ganarse un cinco. En ese momento fue agua pasando por debajo de un puente.)