Tuesday, July 12, 2011

Oops

No hace mucho que maté a mi padre. Lo visité un día después de no haberlo visto en cinco años y volví a cortar comunicación con el y tres meses después me dieron la noticia. Lo llené de ilusión prometiéndole que tenía planes de volver a Monterrey para estudiar la carrera y cantidad de cosas igual de falsas. Al tercer mes de llamarme y no picar el teléfono supongo que notó que era mentira. Después su mejor amigo se encargó de dejarme claro que se murió esperando que yo levantara el teléfono un día.
Es gracioso el porqué fui a visitarlo: mi pareja en aquel tiempo me convenció que era una buena idea resolver las cosas con mi padre en aras de ese escabroso evento de vida que la gente llama "crecer". Al final terminé haciéndole caso por demostrar qué tan alto crecía Jonathan Mora y terminé matando de tristeza a un anciano que tenía pensado morir de naturales.

Mi padre no era lo que tu llamarías un buen padre. El cabrón contestaba el teléfono en casa y se las arreglaba para lucir como un tipo fantástico ante las chicas que me llamaban (eres testigo, J.) para fastidiarme luego cuando me decían que mi padre daba conversaciones buenísimas. Tenía un arte para ser malo en sus ratos de jugar a ser bueno y dejarte a reflexionar si el malo no eras tu mismo.

Una vez que falleció, nadie de la familia fue a verlo. Ni Renato ni mi madre ni nadie de su familia veracruzana ha preguntado siquiera en qué panteón esta. Y se lo pierden.
Los restos de mi padre descansan por alguna razón dentro del cementerio en una casita cuyas dimensiones son más amplias que la recámara donde dormía. No obstante ser su hijo, no puedo entrar a ver el interior y tuve que conformarme con ver todo desde el cristal. Hay un altar, un reclinatorio para rezar y una biblia grabada en la lápida con una leyenda que supongo que habla de el pero que tampoco pude leer desde afuera. Tiene candado y en la oficina del cementerio no tienen copia de la llave. Conociendo a mi padre seguro que el mismo mandó poner el candado para jodernos a todos una última vez.

Y esto es precisamente lo que extraño de mi padre: el tipo estaba tan perturbado y estaba tan sujeto a su pasado traumático que terminó siendo un individuo absolutamente excepcional. Clase mundial. Un irrepetible de esos que ahora me dedico a buscar y que me encuentro cada cinco, cada diez años.

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Escribo esto por una razón muy graciosa. Son las 3:30am y he tenido un accidente memorable con mi celular: tengo cinco mujeres registradas con el mismo nombre y me estaba mensajeando con una y por no darle Reply adecuadamente acabé enviando un nuevo mensaje a una persona distinta, básicamente invitando a un motel a una ex-estudiante de inglés que hoy debe tener algo así de 14 años. Inmediatamente noté el error e intenté enviar un mensaje disculpándome pero para entonces ya me había quedado sin saldo así que tuve que conectarme para pedir a alguien que de urgencia mandara un mensaje por mi. Fun fun fun fun fun (8).