Durante el año pasado estuve trabajando para una pequeña fábrica de yo-yos (?) que mantenía conferencias en tiempo real con Canadá y Bolivia (?). Se trataba de traducir obviamente desde inglés y hacia inglés. Algunas veces tocaba traducir del inglés al español para que otro compañero tradujera del español al francés. Otras veces tocaba reírnos en la ciber-cara de los de Bolivia. Vaya castellano que se cargan. Una experiencia muy muy muy padre, especialmente porque traducir para Bolivia resultaba un reto intelectual y de dominio propio.
Ésta semana de vacaciones acepté cubrir unas clases especiales y a la vez recibí la invitación de acompañar de nuevo a Flambeau en las conferencias para hacer la traducción. Éstas clases especiales son en el sector industrial de mi ciudad y se trata de enseñarles inglés a dos empleados que en realidad ya saben inglés. El plan de ellos es escaquearse dos horas diarias de trabajo y simular tomar clases que su empresa paga. Ya puestos se pudieron haber contratado clases de italiano, cerámica o diseño web, pero ya ves cómo nos gusta acá regocijarnos de nuestra podredumbre laboral. Aquello, dicho sea de paso, luce a veces como removerle un poco de tejido dérmico a éste país y usarlo como una pequeña muestra de laboratorio para demostrar el porqué México está hecho una mierda.
El caso es que durante éstos días he estado en un ambiente laboral al que no estoy acostumbrado. Es un ambiente que hace un año disfrutaba mucho atestiguar porque dentro de los parámetros de la afiliación social con la que simpatizo el sistema de engranajes me parece una de los mayores logros del humano pensante y a la vez el peor látigo del humano intelectualmente limitado por sí mismo. Pero hoy en día simplemente ya no se siente igual. Desde que "elegí" la carrera que voy a estudiar (más basado en el horario que en lo que desearía..) he estado muy alerta para intentar advertir la conformación laboral de lo que pienso hacer de mi vida. La realidad es que, hasta hoy, trabajar 14 horas diarias es algo que alguna vez ya hice, alguna vez ya disfruté, pero no luce probable dentro del esquema de vida que quiero llevar cuando tenga 40 años. Éstas personas con las que he estado pasando tiempo éstos últimos días tienen severos problemas para sacarse el trabajo de la cabeza incluso fuera de sus horas hábiles. Todos los días me platican cómo tienen que quedarse después de turno, cómo algunas veces tienen que regresar a trabajar a las 2am incluso blandiendo puestos "altos".
Hoy tenía sed y le pregunté a un italiano que rondaba por las oficinas si habría alguna vending machine dentro de la planta y me respondió que no tenían una, sino cincuenta. Las usaban para doblar la tubería que blablablabla y entonces lo interrumpí y le expliqué que me refería a las vending machines que dan cocas, no a las bending machines a quien solo a ellos les interesa hablar de. Antier les pregunté cuándo fue la última vez que fueron a un museo y no habían ido a uno desde que eran chicos; les pregunté cuál fue su vacación favorita y terminaron platicándome de un lugar en Alemania donde hacen los cinturones de seguridad. Sus pensamientos ya no son suyos, ni son dueños de sus impulsos. Tienen miedo de salirse de los límites y les mueve un activo sentido mercantil que conduce a ningún lado, pero, reconozco, alguna vez a mi también me ilusionó.
El tema es que seriamente hoy me cuestioné cuál es su capacidad intelectual real en un ambiente social común de interacción con individuos a los que nos va y nos viene cómo se hacen los asientos de los coches. Por un lado tienen una experiencia brutal en procesos productivos y en líneas de ensamblaje que no se cuál palanca o cuál botón hay que presionarles para que de una vez me dejen de hablar de eso en clase. En la otra mano tengo a cuatro sujetos enteramente absortos en un mundo donde los habitantes van con tapones de colores en los oídos y con los cuales no puedo hablar de música ni de cine ni de noticias actuales porque de lo único que saben hablar es de poliestireno expandido y lo importante que es rellenar todo con el. Hasta las conversaciones.
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